La escuela en el capitalismo, la transversalidad del orden. \ Aurelio Esteban Ochoa Altuna
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Tesis | Biblioteca UHEMISFERIOS CIENCIAS POLÍTICAS | UDH-CC.SS.HH. P15 Oc34 (Browse shelf(Opens below)) | Ej.1 | Available | Acervo Proyectos UDH - Ciencias Sociales y Humanas | 22643 |
Tutor: PhD. Alfredo Stornaiolo
Bibliografía P. 34
Trabajo para la obtención del título de Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
Acceso restringido
Introducción.El sistema capitalista ha instaurado sin duda un compendio sistemático de relaciones sociales necesarias para su propio funcionamiento; es entonces donde nace la interrogante sobre el proceso de asimilación intrínseco al mismo sistema. Lejos de discutir la relación o contrariedad de estas relaciones con una predisposición intrínseca del ser humano, el presente estudio propone al orden como valor social transversal del sistema capitalista. La importancia de este concepto está dada por su presencia central tanto en el sistema escolar como en el sistema laboral.La metodología del presente artículo se desarrolla bajo un enfoque analítico descriptivo. La lógica del análisis realizado en este escrito permite comparar lo expuesto con la propia experiencia, suponiendo claramente haber cursado una escuela de masas y gradualizada; si bien metodológicamente esto no supone una base sólida para el devenir del análisis, el conocimiento empírico de las instituciones y sistemas sociales descritos aquí, sin duda ayuda para la comprensión de lo que ocurre en las mismas.Este escrito entonces busca destacar y exponer la importancia de la implantación y asimilación del orden en la formación primaria para el funcionamiento de la sociedad capitalista. La carga emocional y social de la escolarización hacen casi indiscernible la articulación de una formación dirigida al sistema laboral mientras se transita el sistema escolar tradicional; no obstante, es en un análisis desde la funcionalidad de esta formación que queda claro el papel preponderante de la escuela para el sistema capitalista, con el orden como valor transversal de todo el engranaje.La escuela es una institución de suma importancia dentro de las sociedades industriales, pero se ha nublado por entenderla solamente como resultado de la industrialización misma. Esto debido a que una sociedad asentada en la maximización de la producción naturalmente buscará formar trabajadores más eficientes y es allí cuando la escolarización se torna pilar del sistema capitalista. Una institución de formación estandarizada, generalmente obligatoria (legal o consuetudinariamente) establece entonces el anclaje definitivo del sistema laboral a la vida celular o familiar.4Para comprender esta institución se realiza en esta investigación un recorrido histórico de su implantación en la sociedad, hasta dilucidar su papel actual en la misma y su aparente indivisibilidad de la vida dentro de las sociedades contemporáneas. La especialización dirigida al trabajo individual no es funcional para un sistema de producción industrial, el obrero deseado no es el especializado, sino el estándar; esto último resume el forzado paso de la autoinstrucción a la escolarización. La masificación capitalista en términos de producción y consumo, como se dijo, es compatible a una institución enfocada en la formación estandarizada; es entonces de suma importancia conocer este proceso de formación tomando en cuenta la reproducción, implantación y asimilación de relaciones sociales en el individuo.El discurso y las prácticas sociales de la escuela dan luces de los valores y relaciones sociales que giran en torno a esta formación. Desde la temprana inserción a la escolaridad se observa un choque respecto a dos relaciones sociales: sobre la conceptualización individual de autoridad y sumisión; esto tiene un relacionamiento directo con el individuo ya que, naturalmente, en su vida habrá construido la idea de autoridad en torno a una jerarquía familiar y una sumisión aparentemente natural dentro de estos grupos humanos; es entonces en la jerarquización y directividad de la escuela que rompe los límites conceptuales estirando estos conceptos a su aplicación de autoridad y sumisión por razones menos intrínsecas al individuo o al grupo humano.Estableciendo estos principios de autoridad y sumisión, la racionalidad respecto a los procesos dentro de la escuela se ve nublada por una virtual y nueva figura de autoridad. Parecería mecánica la relación escolar entre orden y obediencia, esto sumado a la impersonalidad y a la calificación (que conlleva competencia y evaluación ajena) suaviza la asimilación de procesos más complejos y aparente más claramente dirigidos. (Fernández Enguita, La cara oculta de la escuela, 1990)5Además de establecer el espacio como factor decisivo en el actuar del individuo, por adjudicarle nuevas lógicas de relaciones de poder; el tiempo también sufre una distorsión, el trabajo o acción del individuo en la institución escolar se entiende propia e indivisible de la misma, o sea, el tiempo adquiere una dimensión directiva sobre la acción. La actividad o trabajo como fin toma la figura de posibilidad siempre y cuando no irrumpa el espacio y tiempo dedicado a la escuela.Es en la institución escolar en donde el trabajo ha de abandonar su significante como medio, para tomar una posición de fin per se; es decir, en términos marxistas, se aliena al individuo de los fines del trabajo. Dentro de este proceso existe una disyuntiva importante, despojando al individuo del fin de su trabajo habría que entregarle entonces una lógica de asimilación del trabajo como fin; dentro de la dinámica capitalista es la recompensa económica la que ayuda a aceptar y asimilar el trabajo como fin, pero para esta asimilación la escuela juega un papel importante integrando varias relaciones sociales que asemejan a las propias del sistema laboral.La acción impulsada solamente por una lógica de autoridad y sumisión en la escuela no resuelve la problemática de un fin aparentemente inexistente para el trabajo como medio. Es cuando el fin recae hacia el trabajo mismo, al no haber un producto o un fin palpable o buscado por el individuo, el trabajo se somete a una evaluación ajena (ya legitimada por la figura de autoridad) toma la posición de la recompensa del trabajo. La calificación personal sobre un trabajo estandarizado de un grupo de individuos impone necesariamente una dinámica de competencia interpersonal que se asienta en el principio de compensación que rige y justifica el sistema laboral actual.Todo lo expuesto acerca del sistema de escolarización tradicional se enfoca en un proceso de formación que depende de una aplicación estandarizada por el alcance y funcionamiento de la institución. Este funcionamiento da luces de la necesidad de un relativo orden especial dentro de la escuela; este orden se crea y legitima a través de los principios de autoridad y sumisión que se repasaron previamente. Además de que, por la naturaleza de realizar actividades guiadas por un ajeno, mucho más si se habla de niños, un mínimo orden es necesario para el adecuado manejo de dichas actividades.6El orden se establece entonces como el pilar de las dinámicas en la escuela. Los primeros contactos del individuo con las relaciones sociales como la burocracia, la impersonalidad y la eficiencia; se justifican en un orden aparentemente necesario y normal; los choques o contradicciones entre las dinámicas naturales respecto al trabajo y las dinámicas escolares respecto al trabajo se justifican bajo el orden. Esto, además de otorgarle una justificación o legitimación personal y social a los procesos escolares crea un imaginario –negativo- de la acción fuera del orden, mismo que se asienta en la lógica jerárquica expuesta.Luego de repasar el funcionamiento de la escuela como institución, esta investigación tratará la temática del trabajo para esclarecer el papel del orden dentro del funcionamiento del mismo para el sistema capitalista; para esto se expone la evolución del trabajo hasta su acepción actual dentro de la sociedad industrial. El trabajo, claramente tiene una elaboración histórica más extensa que la escuela, más lo que busca la actual investigación es exponer las relaciones sociales presentes y/o necesarias para el funcionamiento actual del sistema capitalista.El trabajo, para las sociedades pre-industriales se refería a la actividad del individuo de una manera amplia, basado en el trabajo como medio y entendiéndolo indisociable de un fin inmediato. En estas sociedades el trabajo no estaba claramente dividida por funcionalidades, sino que convergían los espectros económicos, recreativos y sociales en las actividades del individuo y de los grupos sociales.
Esta lógica del trabajo como medio se traduce a que el individuo de las sociedades pre-industriales generalmente controlaba de manera plena su tiempo y por ello controla el proceso, todo esto dirigido a una gama de necesidades limitada y de poca variabilidad.La llegada de la sociedad industrial choca con la actividad natural del hombre; una nueva economía de acumulación (distante de la economía de supervivencia precedente) traería un consumo tan heterogéneo que hace que la gama de necesidades exceda la capacidad de ser producto del trabajo individual o incluso comunitario. La industrialización misma propone la figura del trabajo asalariado para llegar a cubrir estas nuevas necesidades; este punto acarrea la idealización de un sistema que supone oportunidades iguales a los miembros de la sociedad. (Toffler, 1980)7En las sociedades pre industriales, no cubrir las necesidades se traduce en problemáticas vitales para el individuo y su comunidad; en la sociedad industrial, las nuevas necesidades exigen cada vez más recursos para satisfacerlas, recursos monetarios que son base de un nuevo principio de compensación directo entre máximo de trabajo y máximo de ganancia. Se llega con ello a la asimilación del trabajo como fin, claramente asociado a las nuevas necesidades creadas por el sistema capitalista; esto conecta directamente con la introducción de actores ajenos al trabajo individual que sucede en la escuela, la organización del trabajo y la evaluación del mismo por otro individuo (autoridad) moldea al trabajo como fin.La promulgación de la supuesta igualdad de oportunidades crea automáticamente una dicotomía de ganadores/perdedores (basado en la nueva lógica económica de la sociedad). Este sistema acaba con la antigua percepción de casualidad sobre la posición económica, antes de la industrialización la situación económica dependía de factores ciertamente ajenos a la influencia de la acción individual o dados por casualidad. Es decir, nacer en una familia de mucho o poco dinero era entendido como casualidad que regirá tu accionar posterior; el capitalismo elimina la casualidad de la ecuación y coloca el fracaso y el éxito como extremos dependientes y adjudicables a la acción individual del sujeto.Esta diferenciación estaba basada en preceptos religiosos judeocristianos como el fatalismo del trabajo. Es en ello en donde encuentra justificación los devenires de las sociedades calvinistas que vivieron un desarrollo diferente hacia la sociedad de mercado por la relación diferente del protestantismo y el capitalismo en nociones como la predestinación y valores regidores de la vida; (Taylor, 2011) las distintas relaciones de los factores que convergen para el actuar del individuo han sido estudiadas ya, mientras el camino a seguir en los párrafos precedentes busca más bien un hilo común en la formación de las distintas sociedades bajo el sistema capitalista tomado como escenario.Comentado [AOA2]: Aclaración escenarios y desarrollo del capitalismo con Mark Taylor.8El trabajo, ya siendo empleo y comprendiendo las lógicas capitalistas tiene un concepto que engloba dimensiones de espacio y tiempo, así como las impartidas y divididas en la escuela a través del trabajo mismo; en cuanto a funciones, la función económica del trabajo se separa y confronta con las sociales o recreativos. Se establece entonces una separación física, temporal y funcional de actividades productivas y actividades no-productivas (siempre bajo el principio de compensación). (Maruani & Reynaud, 2004)Las relaciones sociales del trabajo se rigen entonces bajo una centralidad al empleo por su potencialidad económica; si se entiende dada la alienación del producto y del proceso se comprende entonces el papel de la autoridad y la sumisión para la asimilación del empleo mismo. Con el empleo llevando una lógica de fin por sí mismo el principio de compensación vuelve para ser el justificativo de las dinámicas de directividad y jerarquía, esto deviene en la necesidad de la existencia del orden como valor social y de haber asimilado e interiorizado sus dinámicas. (Pineau, Dussel, & Caruso, 2009)
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